Crónicas de un “giro de Italia”
Almacén y Bar Doña Ramona
A la figura de este relato la conocí en el centro cultural doña Ramona, un lugar, de otro cuento, que se coló de manera abrupta en este texto. El relato original se centraba, como escribo líneas abajo, en el pedido, del personaje, de relatar un recorrido recreativo y laboral que desarrolló por algún lugar de Europa. Quizás, la irrupción del centro en el cuento tenga que ver con su localización en el corazón del barrio Bella Italia. Lo cierto, es que, Doña Ramona, se instaló en escena sin que pudiera impedir su ingreso.
El pequeño mostrador donde acodarse, mesas y sillas esparcidas con criterioso orden, la leña de monte nativo que empezaba a desgranarse en el parrillero encendido, los trozos de eucaliptus alimentando las dos cocinas a leña, la sonriente cabeza de un ciervo vigilando una serie de antigüedades, observando como desde el escenario se empezaba a construir la atmósfera que nutriéndose del el pasado, cubría el espacio de un folclore acogedor y fantástico, donde zambullían sobrevivientes de un lejano apocalipsis.
Rogelio y Miriam construyeron, el centro, en el patio posterior de su casa. A la hora de organizar la actividad se reparten las tareas. Ya con las personas en el lugar, se distribuyen desde la atención de invitados e invitadas, el orden y clasificación de las bebidas, el hielo, el funcionamiento de la parrilla (cuando de asar se trata), las tablas cubiertos y vasos, la amplificación, los instrumentos y los micrófonos.
Cuando se arma el escenario, quien se anima a presentar, alguna cosa, pide bolada, la mayoría canta acompañada de un instrumento o una banda, un coro, alguien prueba con un cuento, otra voz pronuncia un poema. La consigna es avisar temprano para organizar la grilla, más si alguna persona se embala, fruto del trago o se contagia con el clima festivo, terminará subiendo al escenario.
Invitados e invitadas conviven en esa comunidad efímera durante siete u ocho horas, portan botellas, carne, embutidos y otros alimentos.
Rogelio llama a Flores, le indica la parrilla, Flores recoge unos coronillos y alimenta el fuego, al tiempo que el dueño de casa, se encarga de salar la carne.
Miriam recibe a unos extranjeros, nadie sabe cómo llegaron, pacientemente les explica que es una fiesta de vecinos que se reúnen en un asado y festejan, ¿que festejan? nada en especial, poder reunirnos, “pasen; busquen lugar y disfruten”.
El personaje llegó saludando, pasó por la mesa del truco, golpeó la tabla, anunciando se anotaba para jugar con la pareja ganadora, giró y quedó frente a mi, nos presentamos, intercambiamos opiniones, de esas que sobrevuelan las relaciones cotidianas, como el clima, la comida, la música, hasta que llegamos a algunos nombres en común.
Cuento esto pues así fue que nos vimos por primera vez, no recuerdo cuantas veces más nos cruzamos, nunca intercambiamos, demasiadas palabras.
Todos los años, en el mes de junio, el centro cultural abre sus puertas para recibir con una gran buseca a familiares, amigos, músicos, vecinos y otras tantas personas.
Fue ese día, con las cocinas a leña funcionando a tope, las dos ollas gigantes soltando el humo como los viejos trenes, buscando el punto al mondongo y las patitas de cerdo, cuando el personaje, se me acercó y me dijo: ¿sabes que tengo escrito unos libros? No, no tenía idea ¿de que tratan? a partir la pregunta, por primera vez profundizamos en la conversación, más bien fue un monólogo sobre sus textos y andanzas, finalmente hubo un giro y vaya a saber como, terminamos dialogando en torno a la situación social, mi opinión refería a la ineficiencia de las medidas de gobierno destinadas a frenar el deterioro de los sectores más sumergidos, la del no me quedó del todo clara.
Me serví un alcohol y me acerqué al Cacho, que se había cambiado al vino, me dijo este es bueno, invitándome a virar, desestimé el convite imaginando el final. Vi que el personaje se arrimaba a la mesa con Luis, Andrea, el Marciano y Gloria.
Recuerdo que subí al escenario y leí El Macario, un cuento de Rulfo, al despedirme percibí unas palmas amables, carentes de emoción.
Me sorprendió pues ni bien salía del escenario, se acercó me felicitó y me dijo tenemos que hacer algo juntos, supuse que era un saludo formal y que su propuesta estaba afectada por la dosis de alcohol que había ingerido.
Lo vi cantar sobre el escenario, lo observé beber cual si hubiese obligación de terminar todo el alcohol. Con cuanta persona andaba en la vuelta, se metía. “Que loco más engrasado, mañana no sabrá ni donde, ni con quien estuvo” me dije.
En el escenario fueron sucediéndose los artistas, María guitarra en mano metió unos tangos, otras personas, cuyos nombres no recuerdo, interpretaron distintos géneros musicales. Comandadas por el acordeón (Rogelio lo manipulaba con gran destreza) sonó una chamarrita, luego una serranera, el coro del barrio guiado por las notas del acordeón y su maestro sonaba potente y el auditorio acompañaba con palmas.
El personaje salió de mi lado bailando, un vaso en la mano izquierda mientras el líquido se desplazaba al ritmo de una polca.
A los pocos días, recibí, en la casilla de correo, una crónica de viaje, que, la figura, me enviaba, deslizaba al final una la invitación a escribir, a partir de su crónica, un cuento. Le contesté que leería y agregué lo que suele expresarse en estas circunstancias, es un honor, agradezco haya pensado en mí, siento orgullo, pero creo debería invitar a alguien que ejerza el arte de un buen cuentista. Terminaba la respuesta asegurando que contestaría a la brevedad.
Mi primera reacción fue pensar que me estaba jodiendo, no había leído sus libros, pero descartaba que podía desarrollar un cuento.
Mientras leía el texto enviado, me enteré que viajaba a Europa desde hacía cinco años y realizaba algunas intervenciones con educadores y docentes, desaparecía por poco más de un mes.
De acuerdo a lo poco que le había visto hacer en doña ramona, lo creía capaz de inventar una recorrida laboral, para dedicarla a visitar compatriotas, o recalar en algún hotel y allí fabular talleres y presentaciones, tampoco descartaba la veracidad de sus dichos. No había fotos, ni anuncios de actividades, ni otros elementos que acreditaran los eventos, lo cual sumaba, otra duda, a mis dudas.
No soy cronista, pocas personas saben de mi afición a la escritura, menos, han leído los textos que alguna vez escribí, nunca hablé del tema con el personaje, al menos no lo recordaba, por tanto: ¿por qué yo?
Pregunté a Rogelio que sabía del personaje. Se que se va poco más de un mes a Europa, ha escrito algunos libros, pero. que hace, no sé, me contestó. Es un amigo y te puedo asegurar que con la botella es un diablo, remató.
A poco de empezar a leer la crónica me encontré con un párrafo que me sorprendió positivamente, lo transcribo pues abrió un torbellino de emociones, de la mano de un tiempo pasado. “Horas antes de partir a Italia, un amigo, me envió un mensaje, “si podés anda a ver el giro de Italia”. La misiva me llevó a recordar la “vuelta ciclista del Uruguay” y las “mil millas orientales” (luego denominada rutas de América). Ambas competencias, aclaro, se realizan en sucesivas etapas que culminan en distintas ciudades. Los recuerdos se afincan en Fray Bentos una pequeña ciudad a orillas del río Uruguay. Dicho momento era todo un acontecimiento para la ciudad pues la llegada implicaba una invasión de gente que sacudía por poco más de un día la tranquilidad de la ciudad. Deambulaban por el pueblo ciclistas, personajes de vestimentas extrañas, motos de ruidos atronadores, parlantes que difundían la marcha identificatoria del evento. A partir de la tarde, diferentes actividades animaban la plaza culminando con un gran baile. Al otro día, a la mañana temprano, el grupo de ciclistas y la caravana partía hacia otra ciudad en un recorrido de más de cien kilómetros”.
Mientras lo leía se movían mis recuerdos pues aquellos acontecimientos eran tan mágicos, como los circos o los parques de diversiones que se instalaban en un terreno baldío transformando el lugar en pocas horas. Construían con camionetas, jaulas, la carpa y su población itinerante, un espacio de diversión para el poblado. Con la misma magia desaparecían sembrando la nostalgia de su ausencia.
Sus recuerdos no tenían que ver con ese viaje al cual había referido. Le contesté que necesitaba más información para decidir, pero la idea del “Giro de Italia”, como recorrido, me motivaba mucho.
Es en este preciso momento, al terminar de escribir la frase, me doy cuenta por qué y cómo Doña Ramona desde el Bella Italia se instaló en los inicios del Giro.
Manos al escrito
Su respuesta a mi solicitud fue inmediata. En un largo archivo detallaba distintas acciones en Italia, en cambio de su recorrido español citaba lugares (Madrid, Valencia, Córdoba. Zaragoza) y nombres (Daniel, Pilar, Antonio, Cecilia, Miguel, Eduardo, Andrea).
Tenía todo pronto para empezar a escribir, la información era suficiente, pero la curiosidad pudo más y le pide que ampliara su recorrida en España.
Aún no pasé los textos sobre esas actividades, me contestó.
Tenía el trayecto italiano, así que me puse a escribir, sin confirmar que lo haría, vería si el producto me gustaba, por lo pronto, el bloque sobre Doña Ramona me caía bien, poco tenía que ver con la crónica de viaje, no me quitaba el sueño.
El treinta de abril, arribó a la Lombardía, con el recuerdo de aquellas carreras ciclistas iniciaba su periplo, por distintas regiones de Italia.
Ferraro formaba parte de un equipo que se había conformado para organizar dicho recorrido. El giro daba inicio en Vimercate el dos de mayo y culminaba en Carrara el 19 de mayo.
El conjunto del que hablaba, estaba integrado, por personas que había conocido en un taller en Pisa, gestionarían presentaciones de su libro y talleres en diferentes localidades. De Lombardía iría a la toscana, Emilia romagna, Piamonte, lazio y cerraba en Carrara, que no se animó a definirla como Toscana, pues entendió a algunos pobladores, que no eran muy afines a identificarse como tales.
Se trasladaría en tren, de un sitio a otro, el medio de transporte le permitiría apreciar aspectos de la geografía y la cultura italiana. En cinco años sería la primera vez que tendría un largo recorrido por ese país.
Me intrigaba lo del equipo, como había llegado a conformarse. Dando vueltas sobre ese tema se me ocurrió que escribir la recorrida del personaje era la oportunidad, de conectarme, con alguna de las personas de ese grupo y publicar mis cuentos.
La ocurrencia terminó con las dudas, confirmé que escribiría, adelantándole que, quizás, el resultado no fuera el esperado.
No hay problema, respondió de manera escueta Ferraro, que así se apellidaba. Fabio era descendiente de italiano, sin ciudadanía había tramitado años atrás, era tal la burocracia y los impedimentos que estando a una sola firma de obtener dicha ciudadanía había abandonado el intento.
Busqué en los textos enviados por Ferraro una respuesta a una pregunta que me surgió, de inmediato a la resolución porque hacer en otro país, lo que podría realizar en el nuestro. ¿Era su afán conquistador? ¿salirse de los circuitos que frecuentaba, lo dejaba fuera de toda consideración? Me pareció interesante dejar la pregunta abierta.
No recuerdo quien me lo dijo, pero por algún lado me enteré le habían diagnosticado sobrepeso en el ego, debía hacer un tratamiento y no cumplía ninguna de las indicaciones. Quizás, al tiempo que tragaba alabanzas, aplausos y otras gratificaciones, el pedido de que alguien le escribiera, era otra forma de alimentarse como famélico.
Intentaría darle la dosis necesaria para su satisfacción, si bien tengo claro que hay quienes son insaciables, algo me decía que este era uno de esos casos.
En tierras tanas
III
A eso de mediodía del 30 de abril, estaba tocando suelo italiano, unos meses atrás había arribado al mismo aeropuerto, pero mientras avanzaba no reconocía o no recordaba nada del lugar. Buscó un sitio de venta de revistas, compró un “giornale” y al leer en su parte deportiva, comprobó que el 4 de mayo largaba la primera etapa del giro. Estaría en Italia hasta alrededor del 20 del mismo mes, se dio cuenta que no sería posible ver ningún tramo del evento, pues para cuando llegase a Torino, la prueba ya habría pasado por allí.
A la salida del aeropuerto de Bergamo lo esperaban Elisa y Angelo (su papá), luego de los saludos correspondiente, partieron en dirección a Osnago. En el trayecto, Angelo, a quien conoció ese día, mencionaba las ciudades, pueblos, por las que pasaban agregando características de la zona.
Elisa detuvo el auto en un semáforo y Angelo le explicó que el aparato electrónico habilitaba el sentido de la circulación dado que aquel puente, sobre el río Adda, era tan angosto como antiguo. Señaló a su derecha, apuntando a un sitio río abajo donde un transbordador cruza pobladores y vehículos de orilla a orilla. Según interpretó Ferraro, el medio de transporte, era un diseño de Leonardo, sin reparar demasiado en ese dato.
Ferraro, se imaginó la balsa que cruzaba el río negro de los Arrayanes a Mercedes, tirada por caballos y con un sistema de poleas y lingas y que en la década de 1960 había sido sustituida por un puente de madera. La balsa desapareció sin dejar rastro en la zona.
Una industria abandonada se había convertido en centro comercial, las familias cambiaban su vida en el campo, por afincarse en la ciudad, el trabajo familiar en las chacras era sustituido por las haciendas agrícolas. Las casas en los campos y montañas se convertían en lugares de descanso.
La voz de Angelo había cambiado, Fabio (Ferraro) no entendía, con claridad, lo que decía más captaba la nostalgia de sus palabras. Luego Elisa, que entiende y habla en español, traduciría a aquel diciendo que habían pasado donde Angelo había crecido y al pasar contó que en el mes de mayo, desde tiempos inmemoriales, los pobladores recorrían las fincas degustando especialidades, que las ¿dueñas? de casa preparaban para recibir a la vecindad. Una fiesta en giro, o una gira festiva, pensó Ferraro
Dejaron a Angelo en su casa y fueron a la morada de Elisa y Gabri. Osnago, donde habitaría durante unos días, es una localidad de la provincia de Lecco, en Lombardía, pequeña, de aproximadamente cinco mil habitantes, se extiende a los lados de la estación de trenes que la comunican con las ciudades grandes más cercanas como Lecco y Milán, donde trabajan la mayoría de los habitantes.
Elisa es una educadora, con una fina percepción de las situaciones grupales y una mirada avezada sobre el hecho educativo, detallista y gustosa de la militancia social en el Circolo Arci. Gabri, su pareja, un personaje que transforma los disparos de fotografía, en un juego y que ofrenda a los visitantes los mejores platos típicos. Al tiempo que arma un nuevo tabaco nos invita a degustarlo en su terraza, Elisa fuma su electrónico y Ferraro piensa en la grapa.
El tour había iniciado a través de la ventana de un auto y desde la ventana, de su nueva morada, apreciaba una larga serranía coronada en Montevechia.
Luego de un breve descanso subieron a Montevechia, desde el punto más alto buscaron a Osnago. El valle se extendía cargado de poblaciones conservando algunos territorios con ganado y plantaciones.
La gente llegaba, al punto de descanso más próximo a la cima, caminando, en auto, corriendo, o en bicicleta. En ese punto se encontraban los puestos de estacionamiento y un par de bares, que los visitantes habían poblado, para una recarga previa al último gran esfuerzo, para luego llegar a la iglesia, crucificada en el lugar más alto de la comarca.
Al día siguiente, con Francesco, un profe de historia, que se descubre en la actuación, el juego y el arte de improvisar, su palabra gruesa pausada, transmite tranquilidad a su alrededor, recorrieron el Adda y el enorme parque, acompañados por el inagotable canto de un pájaro, que bien pudo ser un ruiseñor, contemplaron a su frente el verde de la montaña, las garzas. Junto al poblado Villa d Adda, amarrado a un puertito, se encontraba el transbordador que Angelo le había mencionado el día de su arribo. Conectado a un cable y manejado por un experto se deslizaba en la corriente, impulsado por la fuerza del río. Un cartel anunciaba que sus cruces estaban temporariamente suspendidos, por falta de un funcionario experto que la pusiese en marcha. Entendió ese día, al leer una placa en el lugar, que Angelo refería al mismísimo Leonardo Da Vinci, allá por los años 1400, 1500.
¿será que Suramérica se infiltra en el norte? o son también así.
La doble Osnago
Los centros estudiantiles proyectaban una presencia de alrededor de veinte estudiantes. Tanto en los laboratorios con adultos, como en las presentaciones de los libros, la concurrencia de personas era un misterio. Estaba convencido que un número de cuatro personas eran más que suficientes para desarrollar una actividad lúdica.
No se suspende había dicho Ferraro. Su experiencia en lugares, donde la gente participaba por curiosidad, por necesidad de pertenecer, de tener compañía, por placer en una actividad. Confiaba en que la experiencia, podía ser jugada placentera y cuidada.
Puerto, Biblioteca civica di Vimercate
Vimercate es una ciudad de poco menos de treinta mil habitantes en la provincia de Monza y Brianza en la región de Lombardía.
Esa mañana salió con Francesco rumbo a la biblioteca, al atardecer se haría el lanzamiento del libro, pensó sería una buena oportunidad para vender algunos textos e informar sobre el taller del fin de semana.
El lugar impactaba por su extensión y por la importante presencia de estudiantes y lectores en general, varias salas de lecturas en la planta baja, un anfiteatro y un salón alternativo en el subsuelo.
Francesco preguntó dónde se realizaría la presentación, le señalaron un cartel que anunciaba el evento. Ferraro frunció el rostro. La propuesta bulliciosa de la presentación desafinaría con el silencio de la biblioteca. Hay algún espacio, más aislado, preguntó Francesco. Si no es un ruido excesivo estará bien ahí, le contestó la persona que lo atendió.
Sintió la molestia de quienes leían, cuando dirigiéndose a Francesco le habló de las posibilidades del espacio y que diez personas en movimiento provocarían un clima disruptivo, con lo que era el ambiente.
Salió con la certeza que el lugar conspiraría con el desarrollo previsto, de última será divertido, primera y última vez y vos Francesco te deberás exilar, en otro paesse le dijo sonriendo.
Regresó más tarde con Elisa, el amplificador estaba, la conexión al computador también y un micrófono.
Alguien les mostró un salón alternativo en el subsuelo y le propuso realizar en ese sitio, la presentación.
El espacio quedó preparado con veinte sillas, sobre ellas un marcador y una fotocopia de la tapa del libro, frente a la fila de sillas una mesa con libros y detrás una silla vacía.
Estaba previsto que esperaría sentado como si fuera un participante más, tenía fotocopia y marcador en mano, así que a la hora prevista se ubicó en una silla. Los primeros en llegar fueron los suegros de Elisa, quien rápidamente ella le presentó al autor. Por un momento pensó que lo previsto no funcionaría, rápidamente se contestó, hay que adaptarse a lo que viene. Los minutos pasaban, llegó otra persona que saludó y ocupó un lugar y cuando una voz en off, anunció al inicio de la reunión, ingresó alguien más.
Un sonido como si fuera un amanecer en el campo, luego más selvático y luego en crescendo lluvia y una gran tormenta eléctrica. Incluidos Elisa y Ferraro, eran seis personas.
Al terminar los sonidos, Ferraro se presentó como el autor del libro, invitó a imaginar un lugar y algunos hechos a partir de los sonidos que habían sido emitidos, lo pensaron y escribieron, propuso pararse y sentarse equilibrando la fotocopia del libro que cada uno tenía en su poder y casi de inmediato en parejas intercambiaron visiones sobre lo escuchado.
Con la fotocopia de la tapa en el dorso caminaron, intercambiaron el papel, intentaron desestabilizar el papel del dorso de los otros.
Un clima distendido se instaló rápidamente, les propuso algunas acciones corporales un poco más comprometidas con presencia del tacto, mediada por el papel primero, más grotesco luego y más cuidado, delicado finalmente, al percibir la fluidez de las acciones.
Compartieron algunas sensaciones sobre el momento, los participantes hicieron referencia a cierta incomodidad y misterio previo, la posibilidad de conocer y conocerse, de comunicar y relacionarse desde la corporalidad, que brindaba la experiencia. Elisa leyó un concepto sobre el jugar planteado en el libro y Ferraro aportó algunos elementos sobre el libro a partir de lo que habían realizado.
Prontos para el final, uno de los participantes preguntó ¿esto fue presentado así por tu dificultad con el idioma? Ferraro respondió que no, que la vivencia era su forma de hablar, una metodología de trabajo, los juegos expresan formas de relación y vínculos, signos y símbolos que hablan de una forma de pensar, actuar, sentir. Utilizar formas alternativas de jugar supone enfrentar las formas cotidianas de relacionarse. No aparecieron más preguntas, ni opiniones, propusieron despedirse, lo hicieron, pero las personas quedaron ayudando a ordenar la sala.
Dejaron la amplificación y salieron cuando estaba regresaban mesas y sillas al lugar original, uno de los participantes, se acercó a Elisa y le dijo se animan a dejar la llave y el equipo de amplificación a la persona encargada de la primera planta. Asombrada, respondió ¡a ti! El hombre sonriente contestó, soy uno de los bibliotecarios, trabajo en estas salas de abajo, el material se guarda arriba, como eran tan pocos me integré, mesas y sillas así están bien. Gracias por todo fue interesante para mi. Saludó y se fue.
Segundo puerto
Entró al “Institute superiore statale Francesco Vigano” la dinámica del centro, se podía diferenciar en el adentro del afuera, burbujas de adolescentes se concentraban en la puerta de entrada, pero fuera del recinto, adentro los grupos, eran poco, la mayoría se desplazaba en busca de su salón. Francesco fue a recoger hojas y marcadores y lo llevó al piso uno, donde 23 adolescentes esperaban en su banca y mesa respectiva. La disposición se ajustaba a la forma con la que Ferraro, había cursado, cincuenta años atrás, el ciclo medio.
Buscó miradas, la encontró expectantes, atentas indiferentes, cómplices, esquivas. Creyó ver un par que le preguntaban ¿vos quien sos? Tenía previsto armar una rueda de sillas, pero sintió que era necesario generar un clima que permitiera el movimiento deseado, pero empezando desde el lugar en que estaban.
Luego que Francesco lo presentara, contó de donde venía y lo hizo con un italiano rudimentario. Preguntaba nombres, mientras presentaba un primer desafío, dijo que lanzaría una pelotita nombrando previamente a quien la dirigía. A pocos minutos de iniciado los cuerpos se empiezan a acomodar, la posición corporal dificulta la fluidez del juego. Alguien gritó, rotazione Marco, y lentamente empezaron a verse las caras. Francesco y Ferraro aprovecharon, para sacar las mesas y colocarlas junto a las paredes, de manera que al formarse la rueda de sillas quedó un espacio central libre.
Al tiempo que se sumaban pelotitas los nombres sonaban y se iba armando un círculo de sillas, entre desconcierto y risas. El ambiente cambiaba, solicitó pensaran en una comida, música y personaje. En sillas enfrentadas los participantes quedaron en parejas, con la propuesta de cambiar de sillas y de parejas y la posibilidad de que Francesco ocupara una silla, provocó un nuevo alboroto, ganado por la ansiedad por no quedar sin lugar.
Invitó a intercambiar, comida, música y personaje, con la pareja que quedaban. Alternó actividades más intensas, como cambiar parejas, pero sin sillas, luego intentar tocar la espalda sin dejarse tocar la propia en parejas. En ese momento, hubo una especie de desconcierto, la consigna no había sido entendida y uno de los adolescentes la tradujo en voz baja para los más cercanos. Ferraro, al darse cuenta de la situación, pidió al muchacho lo tradujera para todo el grupo. Había un traductor, el imprevisto, lo enfrentó a que debía habilitar tal posibilidad.
Luego les propuso, juntarse en grupo de seis, cambiar de grupo manteniendo el número, los seis forman un tren, quedar de ojos cerrados y descifran sonidos, guiado por uno de los integrantes de ojos abiertos, luego todos de ojos cerrados, sin avanzar, pero siguiendo el ritmo de la música.
El bullicio, el cuchicheo, el silencio casi total iban marcando los climas, cuando llegó al clima calmo entendió que era momento de dar un tiempo para recoger impresiones.
Escribieron en forma individual como habían vivido la jornada y luego pedía a quien quisiera expresar, unos pocos comentaron lo que les había pasado. La puesta en palabra, en el colectivo, no era tan fácil para ellos.
Las opiniones recuperaron la diversión, lo extraño, diferente, otros rescataron la posibilidad de conocerse, la confianza, la comunicación y había subrayado esa opinión “esperienza molto prodottiva, e a auitati a socializare con tutti”, que seguramente sintetizaba los objetivos de la actividad.
Al momento de preguntar alguien quería decir algo, unos pocos se animaron a hacerlo.
Al salir del salón Francesco, le comentó que era un grupo con el que no lograba sintonizar, le costaba construir, pero esa jornada los había notado involucrados y contentos.
Ferraro cerró, ·”me hace bien estar en acción”. Daba la sensación que lo que iba sucediendo, como el cambio de ritmo, el involucramiento de los participantes, la creación, lo emocionaban.
Tercer puerto
Llegaban tarde al salón, Francesco se había entreverado con los materiales y les costó encontrarlos. Cuando avanzaban hacia el aula luego de recorrer una serie de pasillos y recintos, escucharon gritos y golpeteos, son ellos dijo francesco. Aprovechando el instante de euforia y de inmediato a ser presentado les propuso formar una rueda de sillas, sin despegar la cola de la butaca. A la cuenta de tres, jugo varias veces antes de lanzar el tres y vio como se hamacaban, prontos a salir, luego de la primera formación propuso cambios de lugar portando la silla y volver a formar un círculo promovieron, tratando de quedar al lado de diferentes personas. Debían nombrar al de ambos lados y eran preguntados.
Luego siguieron sin mover la silla cambiar de lugar el del centro pregunta nombres
Con la silla libre el alboroto se hizo estruendo, sintió que era el momento para compartir en parejas y frente al cambio una persona quedaba sin pareja, a esa persona se le podía hacer una pregunta.
Elisa se dio cuenta que una pareja se estacionaba, no lograba avanzar, con suavidad se lo hizo notar a Ferraro que generó el cambio para dinamizar todas las parejas.
Luego de una larga sucesión de cambios las parejas jugaron al espejo, siguiendo al de adelante, luego enfrentados, la marioneta conducida por hilos imaginarios, ponía en juego la creación, la risa. Se sucedían los cambios de pareja y en algunos casos les costaba entrar en acciones de mayor compromiso corporal, el contacto en la construcción de las estatuas, la delicadeza del gesto. Baile de dedos.
Resolvió pedir opinión escrita acerca de la actividad. Una de las opiniones habla aburrimiento en la segunda parte. En cambio, otras refieren a la diversión, temor, confianza, diversidad, nostalgia.
“Gracias por que no es solo un juego” “Por entender con manejar o ser manejado controlar o ser controlado, guiar o ser guiado”.
Cuarto puerto Circolo Arci de Osnago
Francesca, era quien organizaba la grilla del circolo, desde la atención del bar y la cocina (día, horas, personas voluntarias) a diversas actividades culturales, sociales, a eventos especiales, tanto como a los materiales requeridos.
Estaba en su último día de trabajo, no porque entraba de licencia sino porque se retiraba para desplegar su sabiduría por algún otro sitio. Sin embargo, su entusiasmo parecía el de una persona en su primer día en la tarea.
El lanzamiento del libro venía antecedido de una cena, organizada por allegados al circolo que financiaría el costo del vuelo de Ferraro de Madrid a Bergamo. Así que las quince personas luego de cenar se retiraron, para que pudiera ser preparado el lugar. La concurrencia auguraba ser muy diversa, desde personas vinculadas a lo educativo a militantes sociales a trabajadores o jubilados, personas que frecuentan el circulo y que por afinidad con Elisa o francesco o Francesca, participarían esa noche.
Había gente que compartía todos los días un largo aperitivo, otras eran desconocidas, lo cierto es que en general todos habían visto a Ferraro rondando el lugar, ya por la cena, ya por andar en la vuelta del circolo.
La gente entraba con la botella de cerveza o el vaso con su trago, pronto a escuchar, algunos iban interesados en la temática, los menos, la mayoría expectantes. Lo cierto es que mientras esperaba que se completara el sitio, imaginó una presentación diferente. La fauna que iba arribando auguraba mucha riqueza en el resultado.
Cuando luego de escuchar los sonidos se presentó e invitó a pensar algunas impresiones sobre los escuchado, en un medio giro quedaron en parejas y el murmullo ganó el ambiente, al contarse lo que cada uno había imaginado.
Con los sucesivos cambios en parejas el jolgorio fue creciendo, en ese momento ingresa una joven, ya se había roto el primer clima y el griterío ganaba el espacio, ella no pudo entender que aquello fuera una presentación y el autor estaba más preocupado en sostener la dinámica general que en tratar de integrarla. Lógicamente no duró diez minutos en el lugar.
El final de un clima de encuentro, de permiso para intercambiar entre los presentes. Se notaba la necesidad de poner en palabras de muchos de los participantes, de expresar su desacomodo, su desconfianza, su gratitud y hasta su disfrute.
Aunque otra vez aparecía esa cuestión de bienestar al hacer esta vez estuvo matizado por aquella joven que se fue y cómo no estuvo atento, no pudo atender su llegada y permitir su ingreso.
El cambio de hospedaje
El sábado fue a instalarse a lo de francesco e Ida donde se había albergado, meses atrás, cuando su primer viaje a la zona. Ida es un torbellino de acciones, capaz de estar en varios lugares a la vez. Al tiempo que cocina al fuego, prepara el jugo de frutas, cuenta sobre la actividad desarrollada en la escuela, se debate en la búsqueda de una nueva estrategia para abordar la problemática de aquel niño. Una maestra vocacional crítica y creativa.
Madonna del bosco, brivio,
Quinto puerto
El taller se realizó en un solo día, las personas inscriptas eran pocas y no tenian seguridad, que efectivamente, estarían todas las inscriptas. Sería un laboratorio de investigación, las diferencias, en experiencias de juego, eran muy importantes.
Estaban quienes habían profundizado en teoría y práctica a quienes no habían tenido ni una experiencia del tipo de la que Ferraro solía desarrollar, a esa realidad, se sumaba que alguna y alguno de los participantes no estaban convencidos de integrarse a la actividad.
El intento al inicio fue poner en una situación cómoda a cada una de las participantes, intentando generar un cierto nivel de confianza. Para lograrlo alternaría, movimiento corporal, con intercambio de información personal liviana. Aumentar el nivel de intensidad en el movimiento y lograr contactos físicos para luego expresar sensaciones y emociones.
Fue cuando jugaron con los grandes almohadones que percibió la necesidad de vínculo con el interior de algún participante.
Culminado el bloque de la mañana percibió que debía precisar el funcionamiento, pero no fue hasta el inicio de la tarde, al momento de jugar “aquí estoy” y en el que alguien salió del juego que comprendió que debía redireccionar el encuentro. Sacrificaría definitivamente a quienes ya tenían alguna formación.
No era fácil, contener, y que se pudiera comprender, que de cualquier manera, la diversidad de personalidades y emocionalidades en confrontación se transformaban en una vivencia de formación. Valoró la posibilidad de integrar y mezclar que profundizar en aspectos técnicos metodológicos. La cantidad de personas presentes y la actitud de los participantes más templados emocionalmente, permitían acercarse positivamente a un tipo de vivencia, así que buscó en la afectividad y el cuidado personal el vehículo para investigar en el laboratorio.
Sexto puerto
Llegaron al Centro diurno Atípico, en dicho centro los adolescentes iban llegando en distintos horarios minutos antes de la hora del almuerzo, donde además de recibir una apoyatura escolar comparten actividades deportivas y recreativas.
Elisa recordó algunas características de los adolescentes. Para Ferraro los nombres que había adelantado Elisa, adquirían rostro, percibió la diversidad de culturas, las distintas posibilidades de movimiento, los diferentes grados de madurez. Mientras llegaban Ferraro observaba movimientos y como se disponían lo cual fue claro al momento de ocupar el sitio en el almuerzo.
Resolvimos disponer previamente el salón, cerrar la puerta y pedirle que esperaran afuera mientras sacábamos mesas y ordenábamos un círculo de sillas. Los golpes en la puerta queriendo entrar anunciaban que la expectativa estaba creada.
La rueda de sillas armada el silencio solo las señales para ordenarlos, jugando con los nombres primero, con los cambios de lugar, con cambios de parejas.
Ingresaban solos y Ferraro indicaba el lugar donde ubicarse, podía ver los movimientos para juntarse. Como era su costumbre jugó con los nombres de los participantes, la mayoría les resultaron difíciles de recordar.
Luego de jugar cambios de lugares y parejas, probó con el silencio escuchando diferentes sonidos, con los cambios de lugar con una persona en el centro de ojos cerrados intentando tocar a los que cambian de lugar, robar el objeto al ciego, reconocer con el tacto un objeto y el desafío final, media vuelta caminando sobre las sillas que formaban el círculo.
Las opiniones diferentes mayoritariamente positivas excepto una opinión que plantea que la actividad le resultó aburrida y rechazable, las otras entre divertido, bello peligroso, confianza, desconfianza, ayuda, atención, rabia.
Estas palabras no fueron trabajadas, podrían haber sido recuperadas, pero para el grupo era suficiente el tiempo de juego.
Terminada la primera etapa
Cargó la mochila con algunas pertenencias y los impactos como el bibliotecario que terminó participando en la presentación, el desarrollo del laboratorio de Osnago, la presentación del libro, el temor del niño parado en la silla y su felicidad al completar el giro sobre las sillas con sus compañeros.
La diferencia entre las intervenciones, con adolescentes, parecen claras, sin embargo, podría hablar de similitud en la búsqueda del impacto emocional colectivo, los juegos son diferentes, al igual que el nivel, el alcance de la situación. Caminar sobre las sillas, andar en colectivo ciego, transportar la pareja, jugar con su cuerpo. La afirmación de “esto es más que un juego” La risa, los silencios, el tacto y sus impactos en todos los talleres
Osnago y Cernusco lombardone lo recibieron como un viejo conocido, Ida le ofrendaba distintos platos y un jugo de frutas tonificante, gabri lo agasajó con su carbonara, Francesca estuvo atenta a las necesidades de la presentación y el laboratorio, en el Círcolo, Elisa y Francesco cuidaron su recorrido.
Quedó pensando en la pregunta de aquel participante, precisaba, un discurso más preciso, la vivencia desestabiliza tanto y a veces requerimos seguridades y las palabras pueden ayudar a comprender.
Di juan pablo bonetti
(nel maggio del 2024)